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El consumo masivo sigue en picada: 16 meses de caída y sin piso a la vista

El consumo masivo en Argentina se sigue desplomando, y los datos de marzo confirman lo que ya es una tendencia consolidada: la recesión llegó a las góndolas y no da señales de frenarse. Según un informe de la consultora Scentia, las ventas retrocedieron 5,4% interanual en marzo y acumulan una caída de 8,6% en el primer trimestre del año. Con estos números, el indicador encadena 16 meses consecutivos en rojo.

Los supermercados, que concentran el grueso del consumo, sintieron fuerte el impacto: la contracción fue del 7,1% interanual, mientras que los autoservicios retrocedieron un 3,7%. Todo esto comparado contra un marzo de 2023 que ya había sido flojo, lo que acentúa la gravedad del presente.

Bebidas y productos no esenciales, los más golpeados

El desagregado por rubros pinta una foto clara de cómo las familias están ajustando sus gastos: se sostienen las compras de alimentos (+0,5%) y perecederos (+1,2%), pero se desploman categorías como bebidas con alcohol (-18%), sin alcohol (-16%), productos impulsivos (-15,6%), y hasta ítems básicos como higiene (-3,3%), limpieza (-2%) y productos de desayuno y merienda (-1,5%).

Es decir, se consume lo justo y necesario, y el resto queda en pausa. Es el reflejo del deterioro del poder adquisitivo, la suba de precios y la incertidumbre generalizada.

La especulación también empuja los precios

Desde la consultora Focus Market, que relevó una caída del 1,6% mensual en marzo y del 7,6% interanual, advierten otro dato clave: la remarcación de precios en marzo estuvo atada más a la expectativa de una devaluación que a movimientos reales del dólar oficial.

“Ante el posible acuerdo con el FMI y la liberación del cepo, muchas empresas adelantaron aumentos preventivos por miedo a una suba del tipo de cambio”, explicó Damián Di Pace, director de la firma. Lo que se tradujo en más presión inflacionaria y un impacto directo en los niveles de consumo.

A pesar de que desde el Gobierno nacional insisten con que “lo peor ya pasó”, los datos de consumo real siguen desmintiendo esa narrativa. El consumo masivo, un termómetro clave del humor social y la economía real, refleja el ajuste en marcha: menos ventas, menos rotación y un deterioro del día a día.

Las familias hacen malabares, priorizan lo básico y esquivan todo lo que huela a gasto no imprescindible. Y si la recuperación no llega pronto, el 2024 podría terminar siendo uno de los peores años para el consumo desde la crisis de 2001.