Bien vivir
Por Washington Uranga – P12
Si bien la mención puede haber pasado desapercibida para la mayoría no lo fue así para el pueblo mapuche y las comunidades originarias andinas. Tampoco fue ingenuo que el Papa incluyera el concepto en su homilía. Durante la etapa chilena de su viaje y hablando en Temuco, Francisco dijo que “estamos llamados al (Küme Mongen), el Bien Vivir, al buen vivir como nos los recuerda la sabiduría ancestral del pueblo mapuche”.
La idea del “bien vivir” (Sumak Kawsay en quechua y Suma Qamaña en ayvivirmara) que también podría traducirse como “vida en plenitud”, es un concepto colectivo acuñado por los pueblos originarios de la región andina, que se apoya en una visión ética de una vida digna e implica una actitud de respeto por la vida y la naturaleza y en estrecho contacto con la misma. Así entendida la naturaleza incluye tanto a las personas como a todos los seres vivos y deja de ser apenas un recurso o meramente un lugar para habitar.
El “bien vivir” deviene de una cosmovisión indígena que se opone a la explotación indiscriminada de los bienes materiales y a la perspectiva capitalista del desarrollo y expresa una concepción de la vida que busca armonizar la existencia en comunidad con la naturaleza y el respeto a las personas. Esto exige también que las comunidades originarias sean respetadas en sus derechos y que se les garantice vivir de acuerdo a los criterios y valores acendrados en su cultura.
También la teología católica ha venido retomando el concepto del “bien vivir” reconociendo el aporte que hace esta cosmovisión. Ya en 1992 el papa Juan Pablo II hablando a los obispos latinoamericanos reunidos en su Conferencia General en Santo Domingo (República Dominicana) recordaba que “elemento central en las culturas indígenas es el apego y cercanía a la madre tierra. Amáis la tierra y queréis permanecer en contacto con la naturaleza”, afirmó entonces. Y por eso, decía el papa polaco, “uno mi voz a la de cuantos demandan la puesta en acto de estrategias y medios eficaces para proteger y conservar la naturaleza creada por Dios. El respeto debido al medio ambiente ha de ser siempre tutelado por encima de intereses exclusivamente económicos o de la abusiva explotación de recursos en tierras y mares”.
El “bien vivir” está presente también en la encíclica “Laudato sí” (2015) de Francisco, que refiere al cuidado de la casa común. Dado que “los problemas actuales requieren una mirada que tenga en cuenta todos los factores de la crisis mundial, propongo que nos detengamos ahora a pensar en los distintos aspectos de una ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales” (LS 137) sostuvo Francisco en su encíclica. Y agregó que “la visión consumista del ser humano, alentada por los engranajes de la actual economía globalizada, tiende a homogeneizar las culturas y a debilitar la inmensa variedad cultural, que es un tesoro de la humanidad” (144). Pocas líneas después completaba el Papa que “es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios. Para ellos, la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores. Cuando permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan. Sin embargo, en diversas partes del mundo, son objeto de presiones para que abandonen sus tierras a fin de dejarlas libres para proyectos extractivos y agropecuarios que no prestan atención a la degradación de la naturaleza y de la cultura (146)”.
A esto se refería Francisco cuando habló de Küme Mongen ante la comunidad mapuche.