Cambiemos, por el camino de Underwood
Frank Underwood, el siniestro personaje que interpretaba Kevin Spacey en la serie House of Cards, mira a la cámara y larga una frase que ya es de culto: “La democracia está sobrevalorada”. En esas cuatro palabras el personaje de ficción (¿?) englobaba sus más oscuras acciones, y devaluaba a la tan mentada democracia.
La serie rompió records de audiencia en todo el mundo, y parece que por estas tierras también marca tendencia.
La negación y el posterior empañamiento del resultado electoral del último 22 de octubre en La Pampa, por parte de Cambiemos, no es casual ni azaroso.
Si bien lanzan acusaciones de trampas hacia el ganador, aparenta repetirse la estratagema utilizada por el macrismo para diluir la derrota que sufriera en la PASO bonaerenses. En aquella oportunidad primero festejaron, dando por hecho que el triunfo era color amarillo, dieron discursos ganadores y luego, antes de la diez de la noche, desaparecieron de los medios de comunicación. La madrugada del lunes daba ganadora a Unidad Ciudadana, pero estiraron el recuento todo lo que pudieron, intentando diluir que Cristina Fernández les había ganado el primer chico.
El impacto de la PASO en La Pampa había sido la contundencia de los alrededor de 22 mil votos que había logrado la sumatoria de los votos de los candidatos de Cambiemos por sobre los del PJ. Carlos Verna mediante, sumado al trabajo de todos los cuadros del PJ intentando revertir el sopapo, lograron lo imposible, ganar la contienda y quedarse con dos de las tres bancas en juego.
“Perdieron los pampeanos”, intentó englobar y sociabilizar su derrota Carlos Mac Allister. Según él y sus acólitos, en La Maruja se marcaron votos y por eso teatralizaron un intento por abrir las urnas de esa localidad. Sus operadores políticos y periodísticos difundieron en detalle cuáles eran las supuestas irregularidades.
Lo que nunca explicaron fueron los motivos por los cuales sus fiscales de mesa y fiscales generales de escuelas no hicieron observación alguna en el momento de cerrar las urnas y firmar las planillas, donde deben quedar asentadas las anomalías que pudieran encontrarse. Tampoco las razones por las cuáles los apoderados de la lista de Cambiemos no observaron las supuestas irregularidades en el plazo de 48 horas que establece la Ley Electoral. Estos dos detalles no son menores, puesto que son los establecidos legalmente y bajo cuya normativa se ejerce el democrático ejercicio de elegir autoridades.
“No somos nada más ni nada menos que lo que escogemos revelar de nosotros”, es otra de las frases antológicas de Underwood. Y parece que el manual del macrismo la tiene como una de sus máximas.
Las palabras de Mac Allister “Ganó el PJ y perdieron los pampeanos”, están lejos de ser improvisadas y casuales. Apuntan directamente a tratar de identificar a la sociedad pampeana con Cambiemos, poniendo enfrente al justicialismo. Claro que no explican que detrás de la mayoría de sus estrategias están ex justicialistas, que más que irse voluntariamente de su partido fueron separados en medio de severos cuestionamientos. Obviamente que al cruzar el Río Jordán de la política deben haber purgado sus culpas, por ejemplo Carlos Grosso debe haber dejado en la nebulosa del olvido sus casos de corrupción, solo por citar un ejemplo de los ideólogos del macrismo.
Seguramente las omisiones de Cambiemos en casos como el de La Maruja, como en casos verdaderamente graves que cometen desde el gobierno nacional, el pretexto podrá ser que no se dieron cuenta, porque son nuevos en la política. Es la falacia que habitualmente usan para poner un manto de piedad en casos tan graves como “Dólar Futuro”. Por supuesto que con el mismo criterio cualquiera de nosotros podría construir un edificio de 12 pisos, y si se cae intentaremos obtener indulgencia con el argumento de que no somos ingenieros.
Empañar elecciones y desvirtuar a la actividad política –y no a los políticos que la deshonran- ambos instrumentos que deben fortalecer a un sistema que propenda a la mejora en la calidad de vida de los ciudadanos, es atentar a sabiendas contra la Democracia misma. Y también es recurrir a una estrategia perversa para justificar acciones contra la propia Nación, como las flexibilizaciones laborales, quita de derechos sociales, y otros similares.
Con acciones como estas y otras que se hacen cotidianas bien podemos pensar que la Democracia no está sobrevalorada, pero sí en peligro.