Crónica de la imprevisión y ausencia de respuestas
A medida que baja el agua en algunos barrios comienzan a aflorar las severas fallas que presenta la gestión del intendente Leandro Altolaguirre, no solamente en cuestiones cotidianas, sino también en las situaciones de emergencia.
Para muestra un botón. El lunes pasado, un grupo de adolescentes y jóvenes de la Biblioteca y la Comisión Vecinal del Barrio Malvinas Argentinas debieron vaciar la canoa con la que repartían víveres, mercaderías y artículos de limpieza entre los vecinos inundados, para retirar la basura de varios hogares, puesto que ya habían pasado 5 días de que las autoridades municipales anunciaran que no se sacara la basura y la acumulación ya se tornaba pestilente en los hogares que debían sufrir la invasión de agua de lluvia y de cloacas, sin que nadie en la comuna se percatara del tema. A partir de allí –ayer- el organismo encargado de la recolección de residuos utilizó una embarcación similar para retirar las bolsas de residuos del Barrio Almafuerte. Una de las diferencias es que los pibes hacen la tarea solidaria y gratuitamente, mientras que hay decenas de funcionarios que cobran para buscarle soluciones a la gente.
Sinceridad salvaje
En mayor escala, quedó también en evidencia la incapacidad política de varios funcionarios para dar respuestas inmediatas, a idénticos problemas, que se les presentaron a los vecinos afectados por la inundación de sus lugares.
Uno de los ejemplos fue el exceso de formalismo y burocracia para dar respuestas inmediatas, durante el primer día y medio de inundación, a vecinos que habían decidido quedarse en sus casas y carecían de colchones secos y frazadas para afrontar la noche. Esto llegó a motivar hasta escenas violentas entre vecinos solidarios que se acercaban al centro de ayuda y eran prácticamente rechazados por los funcionarios municipales. En el peor de los casos hubo vecinos que debieron pasar la noche sin la asistencia debida.
Otro fue la incapacidad de brindar respuestas que tranquilizaran a los vecinos, en una situación de catástrofe, que tuvieron algunos, como el titular de Obras Públicas, Mario Cortina. El ingeniero hizo gala de una sinceridad salvaje que terminó ahogando en la desesperación y la ira a los vecinos con los que se reunió para explicarles que no tenía soluciones inmediatas para sus problemas. Solamente su agnosticismo le impidió que emulara al rabino Bergman y les aconsejara rezar a los vecinos, hasta que escampe.
Tanto Cortina, como los funcionarios encargados de entregar los colchones en las dos primeras noches de inundación, han demostrado estar carentes de una condición básica y elemental para quién ejerce un cargo público: ponerse en el lugar del otro.
Dónde hay un mango?
Otro de los aspectos donde hizo aguas el Municipio capitalino fue en lo referente al origen de la ayuda social ofrecida a los vecinos carenciados.
Fue evidente que la el origen de la asistencia que recibieron los vecinos fue de la órbita del gobierno provincial, ONGs y vecinos –muchísimos- que por iniciativa propia resolvieron acercar su solidaridad. Se desconoce hasta el momento cuál fue el aporte concreto municipal o del gobierno nacional a tales efectos.
Lo que sí se puede decir es que, a un año y medio de gestión, Altolaguirre y sus funcionarios deberían reconocer que al remanido argumento de que no tienen plata para solucionar problemas de la gente le deben agregar una alarmante falta de ideas.
Es de esperar que el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, traiga aportes. Esto a diferencia del secretario de Interior, Juan Carlos Morán, que no trajo nada y encima se llevó una foto con los pies en agua, para alguna campaña electoral.
Foto: Diario La Campana.