La gentes es mala y comenta…
Dicen los ocasionales e involuntarios testigos que los gritos de la discusión entre el funcionario y su pareja se escucharon por varios metros a la redonda, y no solo en la esquina de Lisandro de la Torre y Gil.
La hora que escogió la pareja para manifestar sus diferencias en público tampoco pareció la prudente. Eran las primeras horas del lunes 23.
Juran que en principio él hizo todo lo posible por calmar el carácter de la irascible y nada tierna jovencita, que no entraba en razones y era la que más levantaba la voz. No se sabe si estaba conciliador por propio carácter o por temor a que se enterara su jefe…cosas que pasan cuando además es el suegro de uno.
Luego de un rato, ella habría accedido a continuar la discusión a bordo de un auto, cuya marca tenía por insignia un rombo.
El funcionario, al volante del automóvil, le habría pedido que cerrara la puerta del vehículo. Ante la negativa de ella, y aparentemente al borde de su paciencia, él habría optado que fueran las leyes de la física las que cerraran la puerta del conductor y acelerando aparatosamente, mientras chirriaban las cubiertas del automóvil (¿sería un vehículo oficial?), logró doble cometido: que se cerrara la puerta del auto y llevarse del lugar a la dama –linda, rubia y profesional de las leyes- con rumbo sur y desconocido.
El funcionario, de segunda línea ministerial del gobierno pampeano, tampoco se percató de los testigos del hecho, ni de que dejaba sin protección ciudadana a los vecinos que hubiesen acertado en cruzar la calle Gil, ante tan peligrosa maniobra.