Rota, pero no perdida
Por Raúl Kollman. P12.
Los consultores en campañas electorales coinciden en que Mauricio Macri arrancó el año con una imagen positiva que estaba arriba del 60 y llegaba al 70 por ciento y hoy perdió entre 15 y 20 puntos. Es decir que en promedio hay un 45 por ciento de ciudadanos que opinan bien del Presidente. Para algunos consultores ese número, pese a la caída, no es malo, teniendo en cuenta que la opinión pública, mayoritariamente, opina mal o muy mal de la situación económica. Hay drásticos cuestionamientos a las tarifas, la inflación, la recesión, aparece amenazante la pérdida del empleo y el miedo al despido. En resumen, existe una percepción de que Macri administra para los poderosos.
El punto más fuerte de Macri es que hoy sigue habiendo una expectativa fuerte de que las cosas mejoren en 2017, que haya reactivación y baje la inflación. Aún así, gran parte de los consultores evalúan que continúa existiendo una especie de grieta o que la sociedad sigue dividida en dos partes bastante parejas, con miradas opuestas. En ese marco hay casi unaninimidad de que, incluso las expectativas se van enfriando y están los consultores que hablan directamente de pesimismo.
Las opiniones de nueve de los más conocidos consultores fueron recogidas por PáginaI12 cuando faltan muy pocos días para que se cumpla un año desde la asunción del gobierno de Macri. Son profesionales que han trabajado para candidatos muy diversos y de alianzas y partidos muy distintos. Tal vez una síntesis es la que refleja Manuel Mora y Araujo, de Ipsos-Mora y Araujo: “La valoración del gobierno está en el orden del 50 por ciento –punto más, punto menos– y me parece que no está mal, dada la valoraciòn que la gente hace de la situación de la economía, que es francamente mala”.
Ondulaciones
Hugo Haime, titular de Haime y Asociados, recuerda que “este año comenzó con una alta expectativa de que al gobierno las cosas le vayan bien. Había una fuerte aprobación de gestión y una muy buena imagen personal de Macri. Era el momento en que a la vez se aprobaba la salida al cepo, el diálogo politico, la búsqueda de transparencia en las estadísticas. También se creía en el mensaje de que bajaría la inflación y llegarían las inversiones que generarían trabajo. Con el tiempo la expectativa cayó en la medida en que la inflación no bajó, las inversiones no llegaron y la economía no se reactivó. Junto a eso el gobierno tuvo un gran tropezón con su intento de incrementar las tarifas publicas. Agosto fue su peor momento. Septiembre, con el Minidavos y las giras al exterior, volvió a generar una expectativa, que volvió a decaer el último mes. La población continua partida en dos en el nivel de aprobación-desaprobación del gobierno. En síntesis, diría que la administración Macri salva la ropa con un nivel de aprobación del 45 por ciento y una imagen positiva personal de Macri de 56, pero se abren muchos interrogantes. La población esta preocupada por el bolsillo, y esperando que la economía arranque. Quienes no votaron al gobierno en segunda vuelta no le tienen confianza. Los que lo votaron están en situación ambigua: algunos dudan y seguramente esperarán a los primeros meses del año para terminar de evaluar”.
Tiempo
Eduardo Fidanza, de Poliarquía, refleja también esa paridad, aunque menciona un dato que tal vez esté en la base de la esperanza de una parte de la población: “Macri necesita tiempo, argumentan. Nuestra encuesta indica que el gobierno tiene la aprobación del 55 por ciento y el rechazo del 44. La desaprobación proviene básicamente del electorado que votó al FpV en el ballottage y el gobierno conserva un nivel relativamente alto de aprobación entre los votantes de Massa. Estas magnitudes están consolidadas desde hace aproximadamente cuatro meses, con una leve tendencia a la baja en la última medición de noviembre. La evaluación de la gestión económica está polarizada y bajan las expectativas de inflación. El presidente tiene una imagen positiva del 46 por ciento y una negativa del 32 por ciento. En general se mantienen altas las expectativas de mejoramiento de las condiciones del país para el próximo año. Más de la mitad de la población es optimista en relación a 2017, piensa que la situación del país progresará. En este sentido, el gobierno encara 2017 con el crédito abierto, a pesar de las dificultades. El 56 por ciento de la población estima que ‘sabe cómo resolver los problemas pero necesita tiempo’”.
Mala nota
Roberto Bacman, titular del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) recuerda que “días atrás, Macri ante la pregunta de un periodista calificó a su gestión con ocho puntos. Esa es su opinión, y obviamente es válida, pero todo parece indicar que para los argentinos la situación es muy diferente. El Índice de Satisfacción Ciudadana que elabora CEOP desde agosto pasado, donde los entrevistados deben calificar la gestión de gobierno con un puntaje de 1 a 10, en noviembre arrojaba una media de 3.98 puntos. Es decir que la gente le pone un cuatro y con tendencia al descenso: bajó con respecto al primer mes de medición, agosto. Más aún: si se discrimina ese promedio por rangos, un 63,4 por ciento se muestra insatisfecho (1 a 4 puntos), el 18,4 posee una satisfacción estándar (5 y 6 puntos) y sólo un 18,2 está abiertamente satisfecho (entre 7 y 10 puntos). La dimensión económica es el principal motivo de insatisfacción en este índice. Apenas obtiene 3.38 puntos. Los aspectos económicos peor evaluados son la eficiencia en el manejo de la economía y la disminución de la pobreza”.
Fortaleza
Federico Aurelio, de Aresco, tiene datos parecidos, con una aprobación del gobierno del 45 por ciento. Pero trata de evaluar si eso es signo de fortaleza o debilidad. “Macri partió de una valoración muy positiva que se generó a partir del cambio de gobierno, pero fue cayendo. Si tenemos en cuenta los duros ajustes que tuvo el bolsillo de los argentinos, que el Gobierno Nacional haya transitado el primer año manteniendo la expectativa favorable de casi la mitad de la población es más un signo de fortaleza que de de bilidad. Es importante señalar que la mayoría está disconforme con lo vivido, pero la mitad que apoya al Gobierno mantiene su crédito porque entre otros factores considera como principal responsable de los problemas del país al gobierno anterior. Pero también es cierto que en el 2017 la demanda va a trascender las señales políticas y la sociedad va a exigir hechos concretos de mejora de los temas que los afecta en su vida diaria”.
Polarizados
“Con leve deterioro en la imagen de gestión y personal –analiza Artemio López, de Equis–, aún no percibo grandes cambios en el estado de opinión pública que alteren sustantivamente el sistema de preferencias de la segunda vuelta electoral. La novedad es que Macri mantenga niveles de popularidad altos y Cristina haya logrado atrapar la dimensión de opositora principal. En otras palabras, a pesar del desastre socioeconómico que produjo, Macri y su gestión aún no manifiestan gran erosión en su evaluación, que sigue teniendo niveles de aceptación en torno al 45 por ciento. Sin embargo la nota distintiva es la persistente polarización de la opinión pública sin cambios respecto a la existente en noviembre de 2015, lo que impulsa el recorte nítido de Cristina como opositora principal y crecientemente única opositora real”.
“Persistiendo este clima socioeconómico adverso –completa López– en principio el gobierno deberá extremar su capacidad de construir burbujas de bienestar relativo transfiriendo ingresos a la base de la pirámide social vía planes de ayuda, con el objetivo de darle la mayor autonomía posible a la estrategia electoral y sus candidatos respecto a las deterioradas condiciones estructurales de la economía nacional”.
Luna de miel
Ricardo Rouvier de Rouvier y Asociados está convencido que la luna de miel con Cambiemos terminó. “Macri inició su gobierno con un nivel de expectativa alto y con una imagen positiva alrededor del 70 por ciento, que superaba a su caudal electoral en el ballotage. Pero, a medida que pasaron los meses se fue erosionando tanto la percepción favorable como la expectativa a futuro. La luna de miel terminó y el peso incidental de la herencia disminuye día a día. Sí, es cierto, se intenta un efecto compensatorio con la catarata de denuncias de corrupción sobre el kichnerismo, que apunta a estabilizar el escenario político, que se empezó a inclinar negativamente hacia el oficialismo. Los primeros meses del año próximo serán decisivos para que las opiniones adopten un camino más definido hacia lo positivo o lo negativo. La relación entre el estado de la economía y la orientación del voto va a ser muy sensible. Cuando decimos economía, hablamos de la incidencia en la vida cotidiana. Hay datos superestructurales que se difunden y quieren generar optimismo; pero el problema es la vivencia real”.
Pesimismo
Según Ignacio Ramírez, de Ibarómetro, en relación a la imagen del Gobierno se produce un fenómeno interesante que por momentos puede resultar enigmático. Al evaluar el desempeño del Gobierno en materia de gestión y políticas públicas las calificaciones son mayoritariamente negativas. Es decir, un espacio político (el PRO) cuyo posicionamiento tuvo históricamente centro de gravedad en las credenciales de gestión (“soluciones técnicas vs. ideologia y relato”) aun no consiguió instalar ninguna marca asociada a la gestión, como pudo haber sido el Metrobus en el ambito de la ciudad. Asimismo, las encuestas detectan que la incertidumbre y el desánimo tiñen a cada vez más segmentos de la opinión pública, un creciente pesimismo basado en las percepciones del entorno socioeconómico. Ahora bien, a pesar de las percepciones negativas y a pesar de la debilidad atribuida al Gobierno en el plano de la gestión, el Gobierno mantiene un respaldo importante y estable que oscila alrededor del 50 por ciento. La explicación no reside tanto en las expectativas, que transitan una pendiente descendente, o en el tan analizado estilo y estética de Gobierno. La explicación radica esencialmente en una dimensión política: no es casual que en torno del Gobierno surja un empate político-ideológico, de proporciones casi idénticas (el “fifty-fifty”) a la foto de la sociedad que alumbró el balotaje. En síntesis, y apelando al lenguaje televisivo, la grieta sigue en pie. La grieta explica que la misma realidad –percibidad como negativa en las dos orillas– sea elaborada de manera divergente: para una mitad se trata de herencia y para la otra es ajuste.