No es tan difícil conseguir trabajo
Edgardo Gigena, secretario de Prensa del Sindicato de Trabajadores de la Salud de La Pampa, fue muy claro cuando sentenció que “a estos favores los pagan los afiliados”, al referirse a la cuestionable vía que encontraron dos dirigentes de su gremio para ubicar a familiares directos dentro de la administración pública provincial.
Según relató, el secretario General del SITRASAP, Carlos Ortellado, habría aprovechado una reunión de índole gremial con la patronal, en este caso el ministro de Salud Rubén Ojuez, para pedirle trabajo para un hijo suyo. Los resultados habrían sido casi inmediatos, puesto que el vástago este mismo año empezó a desempeñarse en el Hospital Lucio Molas. Similar método habría elegido la secretaria de Actas, Mirta Viola, que también tiene a un descendiente trabajando en el principal hospital de La Pampa desde este año.
Algunos mal pensados encontrarán aquí el par de motivos por los cuáles el SITRASAP sacó tempraneras manifestaciones de apoyo a una gestión sanitaria que apenas comenzaba y todavía no había mostrado ningún resultado.
Sin dudas que la tentación es grande, cuando hay necesidad, de recurrir a los métodos que uno tenga a mano para solucionar sus problemas personales, aunque eso arrastre a quiénes deberían defender. Es obvio que un empleado de la categoría más postergada de Salud Pública no tiene tanto acceso para pedirle a su ministro, en persona, por un familiar. Menos aun cuando se habla en representación de varios.
Probablemente esta no sea la primera vez que algún dirigente opta por el camino prebendario en La Pampa, pero sí es la primera que alguien lo denuncia con tanta claridad y con evidencias fácilmente comprobables.
El desenlace que está teniendo este hecho sí es para analizar.
Desde la conducción del SITRASAP se están moviendo todos los hilos para expulsar a Gigena y a otra dirigente que denunció al Adjunto, Roberto de Martini, por abusos en trato y discriminador. No es equivocado pensar que se está ante un intento de revertir la situación y castigar, ejemplarmente, a quienes actuaron como se espera lo hagan desde un gremio.
Ortellado llamó, la semana pasada, a conferencia de prensa y aclaró cómo es que logró evadir la reglamentación vigente para cobrar un sobresueldo de los aportes de los afiliados. También habló del glifosato. Pero absolutamente ni una palabra sobre la denuncia por la incorporación de su vástago al Molas. Cabe aclarar que aparentemente ningún periodista le preguntó del tema, o no lo publicaron al menos.
Tampoco desde otros gremios hubo eco de esta denuncia. Hace apenas menos de un año dos dirigentes de ATE, Liliana Rechimont y Blanca Oyarzún, realizaron falsas imputaciones por un supuesto intento de entrar “por la ventana” al sistema público de salud. Esta vez, ante un caso absolutamente veraz, hicieron mutis por el foro. Probablemente teman la respuesta que puedan recibir y sean cuestionadas por la forma en ellas mismas –y sus parientes- entraron al estado, provenientes de actividades vinculadas a lo punteril. Ni hablar de su jefe sindical y político, que debería explicar cómo pasó de colaborador de la última dictadura, en Catriel, a empleado público, en 25 de Mayo.
Tampoco se registró ningún pedido de explicaciones al ministro Rubén Ojuez sobre esta probable irregularidad de algún opositor.
Como se ve, a veces no es tan difícil conseguir trabajo.