Machete peligroso y nacional
Últimamente algunos políticos pampeanos están ocupando las páginas de los medios de comunicación nacionales. Hace muy poco tiempo fuimos tristemente célebres con la reproducción de los dichos del ministro Juan Carlos Tierno, respecto a las recomendaciones que admitió haber dado a los policías que enfrenten a los huidizos cazadores furtivos la orden de hacer un primer disparo al aire, de advertencia, y el segundo a la cabina del vehículo.
Consecuencia de esta orden y la muerte de un cazador (Santiago Garialdi) a manos de dos efectivos de la policía que depende del polémico ministro llevaron a que se analizara en la Sala Acusadora de la Legislatura provincial la posibilidad de llevar a Juicio Político a Tierno.
Tal como se informara, los representantes del justicialismo en esa Sala (Facundo Sola, Ariel Rauschemberger y Raúl Zurgbrik) impidieron que el trámite continuara.
El dato de color lo puso, casualmente Zurbrik. El ex intendente de San Martín fue sorprendido con un apunte que le marcaba, hasta en los más mínimos detalles lo que debía hacer y decir.
La foto del machete fue reproducida por todos los medios locales, pero en las últimas horas también en los nacionales.
Dicen los que saben, que hay cierta inquietud en el seno del bloque que agrupa la mayor cantidad de diputados.
Al parecer la imagen del apunte, sumada a la denuncia de una empleada de la ANSES piquense diciendo que la diputada Carina Pereyra había incumplido con pagos de la que ella era garante, no estaría brindando un perfil anhelado en el bloque presidido por Espartaco Marín. Tampoco habría demasiada satisfacción en el segundo piso, esta vez de Casa de Gobierno, con el desempeño que están demostrando los presidentes de algunas comisiones,
Los que todavía lo toman con humor dicen que parece que Danny Trejo anda suelto por las oficinas del segundo piso del edificio legislativo repartiendo a diestra y siniestra mandobles con el arma que lo hizo famoso en la saga “Machete”. El daño estaría tomando ribetes serios. El sabio Juan Perón dijo claramente, hace algunas décadas, que “del ridículo no se vuelve”.